Y tú, ¿alguna vez has pensado en tomar suplementos nutricionales pensando que con ellos vas a arreglar una deficiencia que los alimentos convencionales no cubren? No te confundas, ¡no es una buena idea! Los suplementos nutricionales están diseñados, al menos en su origen, para complementar aquellas dietas que, por la causa que sea, no alcanzan a cubrir los requerimientos mínimos de ciertos nutrientes. Pero nunca (repetimos: nunca) para sustituir a los alimentos en sí. Si quieres saber por qué deberías optar por la comida ‘de verdad’ en lugar de cualquier suplemento que te prometa, ganar músculo, cubrir (inexistentes) deficiencias o simplemente mejorar cualquier aspecto de tu salud, ¡lee este post con atención!
¿Qué son los suplementos nutricionales?
Los suplementos o complementos nutricionales son productos que contienen vitaminas, minerales, hierbas, aminoácidos, enzimas… que se supone que están diseñados para complementar la alimentación o la dieta de las personas en riesgo de deficiencia, o para prometerles una cierta mejoría en ciertos aspectos. Sin embargo, nunca deberían sustituir a los alimentos convencionales. Su utilidad se concreta, de forma exclusiva en aquellos casos puntuales y circunstanciales que, por la causa que sea no se puede garantizar el aporte de ciertos nutrientes clave a través de la dieta. Algunos ejemplos de estos casos puntuales serían: situaciones de déficit nutricional manifiesto (en áreas geográficas en las que el Hambre, con mayúsculas, hace estragos), en situaciones de especial requerimiento de nutrientes (como en algunos embarazos), personas con algún déficit malabsotivo (frecuente en algunas personas de edad avanzada), casos de anemia en los que, por la razón que fuera, no se alcanzan los requerimientos diarios con la dieta, en situación de vegetarianismo, de pérdidas de nutrientes debidas a alguna situación patológica, etcétera.
¿Necesitamos suplementos nutricionales?
No. Lo que necesitas es comer mejor. Una dieta adecuadamente diversificada es capaz de aportar todos los nutrientes necesarios en cantidad más que suficiente en situaciones normales. Los suplementos nutricionales deberían estar indicados por profesionales sanitarios (típicamente dietistas-nutricionistas y médicos) en base a una valoración individual de cada caso (de su situación y circunstancias). Nunca deberían tomarse sin una recomendación basada en criterios objetivos, y mucho menos pensar que cualquier suplemento puede sustituir a una correcta alimentación.
Sin embargo, en el terreno popular, existen una serie de circunstancias clásicas en las que la población general suele tirar de este tipo de recursos:
- Para adelgazar (o para “completar” una dieta de adelgazamiento): El adelgazamiento es una cuestión que preocupa a muchas personas, pero… ¿te has parado a pensar que si estos suplementos adelgazantes funcionaran realmente ya no tendríamos este problema? La pérdida de peso es una cuestión de Salud Pública con un impacto universal, y su éxito va mucho más allá de lo que te prometa una pastilla o un mejunje de hierbas. Por otro lado, si estás haciendo una dieta “deficitaria” y pretendes complementarla con estos suplementos ¿por qué no sigues de una vez por todas una dieta equilibrada? Y mejor aun, ¿qué tal si destierras el término “dieta” (de quita y pon) de la ecuación del adelgazamiento?
- Para ganar masa muscular: muchas personas, incluidas no pocas de aquellas que se autodenominan deportistas, deciden tomar suplementos nutricionales para conseguir más masa muscular, lo cual es una absoluta ridiculez. La ganancia de masa muscular, teniendo en cuenta solo las sustancias que NO se consideran doping depende de las siguientes circunstancias: la genética del individuo, la volumen y tipo de entrenamiento o ejercicio que haga y el tener la posibilidad de seguir una dieta saludable al igual que se le recomienda a la población general. Lo demás, son cantos de sirena. En especial si tenemos en cuenta que la mencionada población general, aquí en España y ahora, ya ingiere una cantidad de proteínas que está muy por encima de las recomendaciones y que dar más de algo, de lo que sea, más allá del límite, no tiene ningún efecto metabólico positivo. Y sí, posiblemente, negativo. Sería algo así como el poner más de 4 ruedas a un coche.
Por último y no menos importante, has de tener en cuenta que “adornar” tu dieta con esta clase de productos lejos de tener una escasa utilidad, además, no está exento de riesgos. Por no hablar del importante coste (absurdo) que implica. En un reciente informe de la Asociación Médica Norteamericana se pusieron de relieve estos tres mensajes clave al respecto del uso arbitrario de este tipo de suplementos:
- En la mayor parte de los casos el beneficio es inexistente.
- En ocasiones su composición no es la que viene reflejada en la etiqueta del producto, bien porque le faltan ingredientes declarados o bien por que incluye otros que no declara. Algo de especial importancia y gravedad porque suelen ser sustancias de actividad farmacológica que el consumidor ignora que está consumiendo.
- Los consumidores se enfrentan a un gasto exagerado en la compra de estos productos.
Así pues, ya sea para perder peso, para ganar masa muscular o simplemente porque “te preocupa” tu salud, lo más importante es seguir una adecuadamente diversificada y basada en productos de mercado antes que en ultraprocesados. Y deja los suplementos nutricionales para cuando, puntualmente, te los pueda indicar un profesional sanitario.