Una vez alcanzado un límite, dar un exceso de-lo-que-sea no es beneficioso. Al contrario, puede ser perjudicial, incluso de aquello que originalmente se considerara una buena opción
El mundo de la nutrición se presta con facilidad a una interpretación salvajemente maniquea del asunto: lo que es bueno, lo es en cualquier medida y circunstancia, y lo que es malo, lo es en los mismos términos. Y es un gran error. Preparemos el resto del artículo a partir de una serie de reflexiones que no tienen vuelta de hoja:
- Estamos obligados a ingerir alimentos en base a dos necesidades que tenemos que cubrir: nos aportan nutrientes y energía, ambos elementos son necesarios para el mantenimiento de la vida con salud.
- Ciertas opciones nos aportarán una serie de nutrientes y una determinada energía (en base a las cantidades que incluyamos de ellas) y otros alimentos, otras opciones, otros nutrientes (o los mismos, pero en distinta proporción) y otra cantidad de energía.
- Lo importante es que al menos alcancemos las recomendaciones (los mínimos) que a partir de estudios científicos se ha establecido que necesitamos para cada uno de esos nutrientes y, además, lo hagamos llegando a un cierto equilibrio con las calorías que nos aportan.
- Hablando de equilibrio, no solo hemos de tener en cuenta, la cuestión de la energía, hay que considerar también los nutrientes. De todos aquellos que necesitamos incorporar con los alimentos, existe una horquilla en la que el valor mínimo señala esa cantidad que es imprescindible alcanzar… pero, también existe un límite superior a partir del cual, aportar más cantidad no solo no es beneficioso, sino que puede ser contraproducente, hasta el punto de hablar en términos de toxicidad.
Seguro que con el ejemplo del agua se entiende de maravilla. Nada más aceptado que las bondades del agua como opción saludable a la hora de cubrir nuestras necesidades de hidratación. Es cierto. Sin embargo, aunque nunca te hayas parado a pensarlo, un exceso de agua también es negativo, tóxico e incluso mortal.
Pues con el resto de nutrientes pasa igual, desde los minerales a las vitaminas, pasando por las proteínas a los ácidos grasos esenciales.
¿Y lo puedes explicar con alimentos vez de con nutrientes?
No solamente puedo, sino que además es lo más conveniente. Al final, tal y come decía, los alimentos no son más que paquetes de “nutrientes”, cada alimento contiene un surtido diferente. Así, el hecho de incluir demasiadas veces o demasiada cantidad de un determinado alimento, no solo supone que alguien pueda excederse con ese nutriente en el que ese alimento destaca, sino que además el comer mucho de algo implica que se están dejando de lado otros alimentos con su correspondiente lote de nutrientes característicos. Es decir, que el dar demasiado protagonismo a un alimento en nuestra dieta puede implicar un riesgo de toxicidad para ciertos nutrientes y, por otro lado, y al mismo tiempo, un riesgo de deficiencia para otros nutrientes. Así pues, y tal y como planteó Platón en su día en el término medio está la virtud.
¿Y cómo sabemos cuál es el término medio para cada alimento?
La respuesta la tenemos en las guías alimentarias. El problema, ya lo sé, es que existen decenas de ellas, pirámides, platos, rombos y muchas otras con formas y mensajes que, en ocasiones llegan a ser poco compatibles entre muchas de ellas.
En líneas generales, tienes una muy buena guía en los mensajes que se desprenden de “El triángulo invertido para comer saludablemente” de la administración Belga.
En líneas generales, se trata de poner el foco en los alimentos de origen vegetal fresco (frutas verduras y hortalizas) que es bastante infrecuente en nuestro medio, para luego ir bajando en intensidad, progresivamente al hablar de legumbres, alimentos de origen cereal integral, frutos secos, aceites vegetales, pescado, lácteos, huevo y otros productos de origen animal.
Para que me entiendas: sí el aceite de oliva virgen extra es muy saludable, pero no debemos tomarlo en vaso de sidra por las razones ya expuestas. De igual forma sabemos que aunque el pan integral es la mejor opción cuando hablamos de pan, tampoco podemos olvidar que, integral o no, se trata de pan y no debemos abusar de su uso y desplazar la presencia de otras elecciones. Qué cuando haya pan, la mejor opción sea el integral, no quiere decir que podamos ponernos hasta las trancas con él. Pasa lo mismo con los huevos, con el aguacate o con el salmón. Todo en su justa medida. Esa medida que, en general, viene marcada por aquello que se concreta y define para cada grupo de alimentos.
Atención especial: los falsos saludables
Imagínate, si ya he explicado que no te puedes poner hasta las trancas de nada por mucho que tenga una especial buena imagen, hazte idea de lo recomendable que son las opciones falsamente saludables. Mucho menos, pero además hay que estar especialmente alertas para que la presión publicitaria o del entorno no nos confunda. Por ejemplo, ¿crees que por ser un refresco de cola “Zero” puedes beber todo el que quieras? Por poder, claro que puedes, pero no deberías. En su nicho, las bebidas, el agua está en la cima de las buenas elecciones y, aun y todo ya has visto que con moderación. ¿Qué tal unos “palitos mediterráneos con sal de Formentera”? Pues lo mismo, empezando porque se trata de un snack, un “producto de conveniencia”. Es decir, ¿quieres merendar o almorzar algo de forma estructurada y planificada? Pues hay decenas de opciones antes que esos palitos mediterráneos, pero un clásico son unos frutos secos naturales, una fruta, un yogur, etcétera. Y, de nuevo, limitando su presencia. Quiero decir que luego para cenar, por ejemplo, habrá otras opciones que complementen tu dieta.