¿Alimentos para la memoria, dices? Creo que no, pero no me acuerdo

Desde el dicho tradicional de que los rabos de pasas son buenos para la memoria, el buenrollismo nos ha invitado a creer que la memoria y la concentración pueden potenciarse de forma espectacular con ciertos alimentos o complementos. Ni la ciencia ni el sentido común respaldan esta creencia.

Qué bonito sería que ciertos alimentos o nutrientes tuvieran la posibilidad de exacerbar nuestras funciones naturales. Seríamos más inmunes, más listos, más fuertes, tendríamos una mejor visión y, por supuesto, podríamos estar especialmente bien concentrados y tener una memoria enciclopédica. Es decir, más de todo -lo que sea- en lo que refiere a nuestras capacidades innatas. Pero no, por muy bien alimentados que estemos nunca seremos “X-men” o “X-women”.  Por mucho que optimicemos aquello que comamos seguiremos siendo vulnerables a ciertas infecciones cuando éstas se presenten, seguiremos rompiéndonos los huesos ante determinados traumas y seguiremos siendo humanos, en cuanto a la capacidad para retener y volcar datos, o ante la posibilidad de estar más o menos tiempo concentrados. Este aspecto general de los alimentos, los nutrientes y los complementos alimenticios los abordamos en este post.

Condicionantes de una buena memoria y capacidad de concentración

Como cualquier otra facultad o variable personal (la altura, el peso, la predisposición para una u otra enfermedad, etcétera), las capacidades de memoria y concentración tienen diversos condicionantes, unos son modificables y otros no. Entre los no modificables destacan:

  • La dotación genética: hay quien tiene unas dotes innatas que destacan sobre lo que es habitual.
  • La edad: a partir de la mediana edad la capacidad de memoria y concentración decaen.

Y entre los que sí son, a priori, modificables, hay factores que tienen más importancia que otros:

  • El entrenamiento: sí, tanto la memoria como la concentración se pueden entrenar y, por tanto, son características susceptibles de mejora en cada persona. De hecho el recordman mundial de memoria afirma que todo el mundo podría hacer lo que él, con el suficiente entrenamiento (de lo que un servidor duda seriamente a la luz de sus prodigios).
  • Los hábitos de vida: el descanso, el estrés, la adecuada actividad física, la presencia o no de hábitos tóxicos, el entorno social (más o menos absorbente) y por supuesto los hábitos dietéticos, son elementos que van a influir de manera notable en la capacidad de las personas para estar más o menos concentrados o para recuperar datos y recuerdos de su memoria.

El papel de los hábitos dietéticos en la memoria y concentración

Existen innumerables nutrientes que están implicados en una correcta función cerebral, lo que implica el desarrollo cognitivo, la memoria o la concentración, entre otros. Muchos de ellos están plenamente descritos y otros, posiblemente, aún estén por identificar. Sobre los que sí conocemos, el ya recurrente RE 432/2012, que recoge las declaraciones de salud permitidas en los alimentos y en los complementos, nos puede ilustrar. De entrada, ya adelanto que, en ningún caso, ningún nutriente o alimento tiene declaraciones permitidas ni sobre la memoria ni sobre la concentración en concreto. Sin embargo, sí que hay nutrientes con declaraciones de salud “relacionadas” con estas cualidades, aunque sea de rebote. Estas son:

  • Elementos que contribuyen a una “función cognitiva NORMAL”: el hierro, el agua, el zinc y el yodo.
  • Elementos que contribuyen al “funcionamiento NORMAL del sistema nervioso”: el yodo, el magnesio, y las vitaminas B2, B12, B6 y C.
  • Elementos que contribuyen a “mantener el funcionamiento NORMAL del cerebro”: solo figura el ácido docosahexaenoico, un ácido graso de la familia omega tres.

No sé si te has dado cuenta, está en mayúsculas, pero todos estos nutrientes, que están perfectamente asequibles a partir de una dieta saludable, al margen de ultraprocesados y sin la necesidad de suplementos sacamantecas, conseguirán -solo- que seas humano. Con todas tus potencialidades humanas al máximo, pero no sobrehumanas. Así que ya puedes forrarte a complementos de los mencionados que si no tienes la capacidad innata, no entrenas lo suficiente estas características y no cuidas otros aspectos de tu vida, difícilmente le podrás hacer sombra al recordman mundial de memoria antes mencionado. Bueno, difícil no, lo tendrás imposible. Al igual que la inmensa mayoría.

¿En qué alimentos se pueden encontrar esos nutrientes clave?

Voy a acabar pronto: en los incluidos en una alimentación sana y diversificada. Basada principalmente en alimentos frescos, muchos de ellos de origen vegetal (frutas, verduras, leguminosas y frutos secos) con una escasa presencia, mejor nula, de los ultraprocesados.

Y solo haré una salvedad en aras de la concreción: si has elegido un patrón dietético vegetariano, en cualquiera de sus modalidades, o vegano, se recomienda que tomes suplementos (ahora sí) de B12. Deberías también revisar tu estilo dietético con un profesional que, llegado el caso, te explique las diversas posibilidades de suplementación con B12.

Mi abuela recomendaba rabos de pasas para la memoria ¿qué hay de cierto?

La validez científica de este dicho popular es la misma que la del horóscopo. No hay el menor atisbo de verosimilitud en la recomendación, no existe ni un solo estudio científico que lo corrobore y, además, no hay nada en tales rabos o rabillos que no se pueda encontrar en otras opciones dietéticas. Pero si te gustan, adelante, las pasas (con sus rabitos) son una mejor opción que casi cualquier otra, sobre todo si es ultraprocesada.

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