El SIBO es un síndrome intestinal con una alta popularidad en RRSS. Sin embargo, es una condición que ha existido siempre y muchas personas corren el riesgo de caer en el autodiagnóstico. Esta guía te ayudará a observar el SIBO desde la racionalidad.
El SIBO, por sus siglas del inglés Small Intestinal Bacterial Overgrowth (sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado), es una alteración de la microbiota del aparato digestivo. En sentido estricto, es un síndrome de proliferación patológica de bacterias u otros microorganismos en el intestino delgado (típicamente en el yeyuno) que habitualmente habitan en el colon (una de las partes del intestino grueso). Es decir, consiste en la presencia de bacterias u hongos en una localización del tubo digestivo que en principio no les corresponde. Las consecuencias de padecer SIBO, pueden ser más o menos leves o, por el contrario, graves cuando se relacionan con cuadros de malnutrición importantes.
La sintomatología del SIBO es difusa e inespecífica
El primero de los problemas con los que se encuentran tanto los pacientes como los sanitarios que tratan de establecer un diagnóstico, proviene del hecho de que la sintomatología del SIBO es poco concreta ya que los síntomas que estos refieren (distensión, flatulencia, dolor abdominal y diarrea) pueden estar provocados por otras dolencias distintas del propio SIBO. En cualquier caso y con independencia de la frecuencia con la que se presenten, la sintomatología clásica del SIBO incluye la esteatorrea (heces grasas), la distensión abdominal y, en los casos más graves, pérdida de peso.
Tanto es así, que el SIBO no se encuentra recogido de forma específica en el Índice Alfabético de Enfermedades de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10), un documento publicado y actualizado de forma periódica por la OMS. Al no tener un código específico para este trastorno, de momento se utiliza el código K90.89 referente a “Otros tipos de malabsorción intestinal”.
El diagnóstico del SIBO es complejo
De forma característica, existen dos estrategias para el diagnóstico del SIBO. La primera es directa, precisa e invasiva, y la segunda, que en realidad implica un amplio espectro de pruebas, son indirectas, no invasivas, pero al mismo tiempo menos precisas.
La herramienta de elección para el diagnóstico del SIBO consiste en contrastar, de forma directa, la cantidad y la tipología de las bacterias que habitan en el intestino delgado. Para ello se obtiene una muestra, mediante endoscopia, de la microbiota del yeyuno con el fin de contabilizarla y caracterizarla (cuántos microorganismos hay y cuáles son). A pesar de que esta herramienta se considera la “gold-standard” para el diagnóstico de SIBO, no está exenta de controversias ya que hay diversos criterios para considerar un diagnóstico como positivo. Así, mientras unos consideran que la cantidad necesaria de bacterias ha de alcanzar al menos las 105 UFC/ml, otros consideran que solo es necesario alcanzar las 103 UFC/ml. UFC hace referencia a las Unidades Formadoras de Colonias y es una forma de contabilizar las bacterias en microbiología.
Las pruebas de aliento para el SIBO
Habida cuenta de los inconvenientes de una endoscopia, de un tiempo a esta parte se han propuesto otras herramientas para el diagnóstico del SIBO. Entre ellas destacan las conocidas como “pruebas de aliento”. En ellas, se somete a análisis la cantidad de hidrógeno y/o metano expirado por el paciente tras haberle administrado una sobrecarga de hidratos de carbono. Es decir, tras haber ingerido una cierta cantidad de un sustrato de naturaleza hidrocarbonada.
Esta es la herramienta que ha alcanzado unas cotas de popularidad sin parangón, siendo muy comentadas en las distintas redes sociales por perfiles que, en la mayor parte de las veces, no son sanitarios ni están especializados en estas cuestiones. Y es un importante problema ya que no existe una estandarización de los procedimientos ni tampoco de los resultados. Así lo pone de relieve la comunidad científica, en concreto, un reciente documento de consenso sobre estas cuestiones elaborado por diversas asociaciones y sociedades europeas y norteamericanas de Gastroenterología, Endoscopia y Nutrición. En concreto y además de otras cuestiones, se afirma que:
- En la toma y medición de muestras de aliento se utilizarán productos médicos certificados. Algo que no siempre sucede.
- Los pacientes con síntomas y/o signos de alarma deben ser investigados mediante estudios bioquímicos, endoscópicos y de imágenes antes de realizar pruebas de aliento. Algo que tampoco suele ocurrir ya que cada vez más personas se lanzan a las famosas pruebas de aliento, por su cuenta o sin tener en cuenta otras pruebas.
- Existen diversos factores que afectan a la microbiota intestinal, la motilidad intestinal y la sensibilidad individual y estos, pueden dar lugar a resultados falsos positivos y falsos negativos.
- Los criterios diagnósticos para el diagnóstico de SIBO mediante pruebas de aliento no han sido confirmados ni aceptados uniformemente, y la relevancia clínica de un resultado positivo debe considerarse a la luz de la probabilidad previa a la prueba de sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado en el paciente individual.
- El uso de la prueba del aliento con hidrógeno para el diagnóstico del SIBO es no invasivo, seguro y económico; sin embargo, la interpretación de los resultados está limitada por importantes factores de confusión.
En resumen, para que las pruebas de aliento para la determinación del SIBO tengan una mínima fiabilidad deberían estar guiadas por un profesional sanitario competente, teniendo en cuenta otras herramientas diagnósticas y al margen de las modas y tendencias.
Posibles causas de un SIBO
No existe una única causa para este síndrome, pero entre las más frecuentes se encuentran:
- Anormalidades en la anatomía del intestino delgado (como pueden ser obstrucciones, divertículos o fístulas).
- Alteraciones en la motilidad (bien primarias o secundarias a una enfermedad sistémica, radiación o fármacos).
- Alteración del pH (secreción ácida insuficiente por parte del estómago) o
- Alteraciones inmunitarias que contribuyan a la proliferación de ciertas bacterias.
Si sospechas o te han hecho creer que tienes SIBO
Las disbiosis en general y el conocido como SIBO en particular han alcanzado una alta relevancia tanto entre la población general como en lo que refiere al número de publicaciones científicas que las estudian.
En el terreno popular, es frecuente encontrar una amplia oferta de propuestas diagnósticas de dudosa utilidad, así como de pretendidos tratamientos que carecen de eficacia. En ambos casos, se hace un flaco servicio a la Salud Pública y en concreto a aquellos pacientes que verdaderamente tengan un problema intestinal frente a aquellos otros que, simplemente, estén obsesionados.
Es muy necesario seguir investigando para, sobre todo, conocer mejor las implicaciones de la microbiota intestinal, estandarizar protocolos de diagnóstico y proponer tratamientos efectivos.