Adelgazar no es imposible, salvo que te empeñes en hacer siempre lo mismo, es decir “dieta”. Existe alternativas, pero implican un cambio de perspectiva. En este artículo las analizamos.
No me andaré por las ramas, así que voy a ser directo:
1. El sobrepeso y la obesidad no es un problema individual tuyo, afecta hoy en día a más de la mitad de la población adulta en los países desarrollados. Repito, a más de la mitad, y España no es una excepción precisamente.
2. Nadie, ya sea una administración pública, una empresa privada o un particular, nadie, sea el que sea, ha dado con una solución universal que sea útil para todo el mundo. Perder peso y mantener dicha pérdida es un problema complejo que de momento no tiene solución a escala poblacional.
3. Una de las “soluciones” populares más conocidas para adelgazar consiste en “hacer dieta”, sin embargo, la experiencia (que no es poca tras más de un siglo de “dietas”) nos dice que “hacer dieta” no es precisamente una solución válida. De hecho, el “hacer dieta” es, en la mayor parte de los casos, peor que no hacer nada. Es decir, es un factor de riesgo para, en vez de adelgazar, predecir el aumento de peso en el medio y largo plazo.
4. Pese a ello la “sabiduría” popular traslada anualmente tres periodos típicos en los que una parte importante de la población decide “hacer dieta” para perder peso: en año nuevo, en la “operación bikini” (en primavera y de cara al verano) y en la “vuelta al cole”, típicamente en otoño. Y así cada año, todos lo años.
A pesar de todos los esfuerzos particulares e institucionales el número de adultos españoles con sobrepeso y obesidad va en aumento de manera inexorable desde hace 30 años (del 39,4% en 1987 al 54,7% en 2017). El fracaso de esos esfuerzos no debería, nunca, hacerse descansar en la desidia personal sino, más bien en tomar conciencia de la dificultad del problema.
Más allá de planteamientos que son absurdamente reduccionistas, basados en el decimonónico planteamiento del balance energético o ‘calories in vs calories out’ (abreviado como CiCo model) o las calorías que entran por las que salen. Lo cierto es que la complejidad de las variables que inciden sobre ese equilibrio es muy difícil de abarcar por la voluntad y naturaleza humana y, además, se ven muchas veces condicionados por intereses sectarios (típicamente los de la industria alimentaria que elabora los productos de peor perfil nutricional). Tienes un artículo monográfico sobre este particular en este enlace.
Entonces, ¿no hay solución?
Sería pretencioso por mi parte asegurar que tengo el remedio para aquello a lo que tantas personas con tantos recursos y durante tantísimo tiempo han tratado de dar respuesta. Por lo tanto, solo puedo decir que, si hay o hubiera una solución, desde luego esta nunca pasaría por seguir haciendo lo mismo que se ha venido haciendo hasta ahora para enfrentar el problema.
Entre esas rutinas clásicas que se deberían descartar de una vez por todas, destacan el enfrentar, como suele ser típico, tres periodos clásicos a lo largo del año (y todos los años) para “ponerse a dieta”. Esos tres “arrebatos” dietéticos serían, los conocidos propósitos de año nuevo, “la operación bikini” y los de la también conocida como “vuelta al cole”. En cualquiera de los tres casos, se afronta el problema desde una perspectiva cortoplacista en el que el usuario propone interponer una serie de medidas “especiales” y temporales con respecto al qué, cuánto y cómo comer. En esta clase de planteamientos, un día se empezará con la dieta y otro, cuando se suponga que se haya alcanzado cierta pérdida de peso, cuando el usuario se canse, o cuando el propio calendario indique la finalización de la dieta (por ejemplo, dieta para perder 5 kilos en una semana), se abandonará. Una rutina que, con independencia del aparente éxito inmediato, está ya no solo abocada al fracaso a medio y largo plazo, sino también a un mucho peor pronóstico ponderal. Todo ello suele, además, retroalimentar un ciclo eterno de dieta adelgazamiento exprés, aumento de peso, nueva dieta, que suele implicar e la mayor parte delos casos una trayectoria claramente ascendente en el peso. Que es curiosamente la magnitud que se trataba de controlar a la baja.
En la actualidad, la principal clave asociada al éxito dietético en la pérdida de peso y basada en investigaciones científicas, se llama: adherencia. Es decir, no es que dé igual qué tipo de cambio dietético se proponga para perder peso, lo importante es que dicho cambio se mantenga. Da igual por tanto y hasta cierto punto que una persona siga una dieta baja en hidratos de carbono como estrategia, que otra asuma el conocido como ayuno intermitente y que otra, por ejemplo, prefiera un patrón dietético especialmente rico en proteínas… todas estas propuestas pueden tener éxito en la medida que su realización implique una mejora frente a lo que hacían anteriormente y que, por su puesto, lo mantengan de por vida, sin fecha de caducidad. Algo que desterraría para siempre el hecho de “hacer dieta” tal y como lo entendemos en la actualidad.
Para despedirme sugiero que prestes atención a la profesora Sherry Pagoto quien este video de apenas 3 minutos resume el estado de la cuestión al respecto de lo que es efectivo y no a la hora de afrontar una pérdida de peso desde el punto de la dietética.
Así que, recuerda: hacer dieta engorda salvo que la hagas de por vida. Pero claro, eso ya no sería“ hacer dieta” si no cambiar de estilo de alimentación.